Entre el mercado y la pedagogía – Nota de Info tecnology

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EL AULA DEL FUTURO EN LA ARGENTINA, DE ACUERDO A DOS ESPECIALISTAS EN EDUCACIÓN DE LA REGIÓN, SE VIVE LA TENSIÓN ENTRE LOS RECLAMOS POR INCORPORAR DISPOSITIVOS TECH DE MANERA MASIVA, LOS PRESUPUESTOS DECRECIENTES Y LOS DOCENTES EN CRISIS CON SU FORMACIÓN – Por TOMÁS BALMACEDA – 14 de Mayo 2018

Durante años, especialistas, pedagogos y funcionarios discutieron qué sucedería cuando la tecnología entrara en las aulas. Hoy, que ya está incorporada, con adolescentes acostumbrados a cargar sus propios dispositivos dentro de las escuelas, el debate es más puntual, más profundo.

Es por eso que hoy la discusión es otra, más profundo: qué hacer con alumnos acostumbrados a los tutoriales de YouTube, que tiene sus propias personalidades en redes sociales y que utilizan fuentes de información y consulta que rara vez están impresas en las enciclopedias. El Cronista dialogó con dos de los especialistas más importantes de la región para entender cómo es este cambio en la Argentina y en América latina. Si bien ambos dan por sentadas las profundas transformaciones que se vienen, no hay consenso sobre si serán positivas o simples actos reflejos obligados por las circunstancias.

«La tecnología ya está en el aula y su presencia crecerá por una cuestión de mercado. El dilema es, en realidad, si el aula necesita inexorablemente incorporar la tecnología», explica sin rodeos Silvia Bacher, Magister en Comunicación y Cultura (UBA) y autora de dos libros claves para entender la realidad educativa argentina actual en un sentido amplio: «Navegar entre culturas» y «Tatuados por los medios» (Paidós). Para la especialista, hay que resistir la tentación de creer que la incorporación de computadoras y tablets en los colegios será por sí sola la respuesta a otros conflictos, más difíciles y profundos. «Tenemos que hablar no sólo de brechas de acceso a los dispositivos sino de brechas de uso, que son las más difíciles de saldar. Es necesario tener en cuenta que el riesgo de saturar el aula con pantallas va más alla de la inversión económica; genera una ilusión colectiva que reemplazaría una transformación real.”

Esta irrupción sin permiso de los distintos dispositivos en las aulas es un proceso irreversible que por ahora parece generar tanto optimismo como desconfianza y que tendrá dentro de muy poco una transformación radical cuando comience el recambio generacional de docentes. Es la visión de Samir Estefan, un colombiano que trabaja hace más de una década en entender el cruce entre la educación y la tecnología y que desde hace dos años supervisa las soluciones de Lenovo para las instituciones de América latina.

«Estamos hablando de aquellos que tienen menos de 21 años. Los docentes de hoy son inmigrantes digitales y estamos viviendo un choque de generaciones. Pero los cálculos son que entre 2020 y 2030 los que hoy son estudiantes de la universidad ya serán docentes y serán nativos digitales. Ahí la brecha digital se cerrará de manera natural», asegura Estefan.

Bacher, en cambio, no está tan segura de eso: «El concepto de ‘nativos digitales’, acuñado por el estadounidense Marc Prensky en 2001 -que implica que haber nacido en un mundo de pantallas es contar naturalmente con habilidades para manejarse con solvencia en el mundo digital-, hoy se encuentra en debate. En algún sentido esto deja desamparados a millones de niños y jóvenes que pueden acceder a un celular o a una red social, pero que no pueden capitalizar las oportunidades de conocimiento que poseen otros jóvenes habitantes de entornos pedagógicamente estimulantes», argumenta.

Escala versus calidad

El debate por la tecnología en el aula parece estar centrado, entonces, en la formación de los docentes y en la inversión que los Estados deberán hacer para lograr profesionales que estén listos para estos nuevos desafíos pero también para haya un acceso universal a ciertos dispositivos. «Décadas atrás hablar de una computadora por empleado parecía una utopía incluso para las grandes empresas y hoy es una realidad. En estos momentos, tenemos en América latina escuelas de mil estudiantes con dos aulas ‘de computación’, con 60 máquinas en total como mucho. Es necesario dotar a las instituciones de lo necesario para que todos los alumnos tengan sus propios aparatos», explica Estefan.

El pedido llega en un momento especial para nuestro país, cuando se anuncia el fin del plan Conectar Igualdad, que llegó a entregar casi 900.000 notebooks a colegios secundarios a nivel nacional en 2014 y que a partir de 2018 dejará de brindar un dispositivo por alumno. Aún es muy temprano para entender cómo impactará esto en los más jóvenes y si eventualmente las cosas cambiarán cuando mejoren algunos índices económicos pero lo cierto es que no son pocos los que creen que este tipo de iniciativas -presentes no sólo en la Argentina, sino en varios países latinoamericanos y que encontraron su ejemplo paradigmático en el Plan Ceibal en Uruguay- respondieron más a lineamientos de organismos de financiamiento internacional que a una demanda genuina y razonada frente a la realidad educativa de cada escuela. «Los modelos de inclusión tecnológica implica la adquisición de dispositivos en gran escala, lo que  mueve el amperímetro de la producción y las inversiones pero en la mayoría de los casos no existe ni el tiempo ni los recursos para planificar cuál será su impacto, pensar para qué se hace o cuándo hay que incorporar cambios. El resultado es el esperable: no se perciben mejoras en los aprendizajes», concluye Bacher.

No todo es tecnología

Desde 2015, se entrega el Global Teacher Prize, un reconocimiento de u$s 1 millón a «aquel docente innovador y comprometido que haya logrado un impacto inspirador en su alumnado y en su comunidad». Silvia Bacher asistió a la entrega de 2018 y es testigo de que a nivel global la discusión no pasa hoy por la tecnología. «Las tecnologías están a la orden del día en muchos de los stands que muestran propuestas innovadoras, sin embargo entre los docentes nominados, la clave pasa por un costado muy humano. La preocupación es encontrar caminos para que la educación incorpore no sólo tecnología sino, fundamentalmente valores humanos en tiempos de violencias múltiples en todo el mundo», le comenta a El Cronista.

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