Franco «Bifo» Berardi, filósofo y provocador cultural italiano, y el semiólogo José Luis Fernandez, en Rayuela

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Esta semana, en Rayuela dialogamos con Franco «Bifo» Berardi, escritor, filósofo, agitador cultural italiano. Le preguntamos acerca de las tensiones que se dirimen durante la pandemia en diferentes dimensiones en la vida de individuos y sociedades. Y también quisimos saber a qué refiere cuando alude a El umbral, un concepto que Bifo aborda en su libro homónimo editado por Tinta Limón.

Caos, stress, depresión y encierro tienen fuerte presencia en su discurso. Pero también aparecen renacer,  afectividad,  generosidad sensibilidad, amistad y poesía. Un umbral que nos lleva hacia la luz o hacia la oscuridad. De esto nos habló Berardi  en el programa.

Yo creo que estamos en un umbral, que la pandemia ha sido, y es, un umbral”, comenzó diciendo Franco «Bifo» Berardi, referente del movimiento de la autonomía obrera italiana. “El problema es que cuando atravesamos un umbral hay momentos en que te parece que en la salida habrá luz y hay otros en los que no puedes entender nada de lo que pasará y que te acercas a la oscuridad. Mi percepción es que en este momento en la salida del umbral, al menos en Italia, habrá fascismo”, alertó.

En este sentido, el activista indicó que “el alma de  la mayoría de las personas está enormemente deprimida y nerviosa. Y el fascismo es una manera de elaborar agresivamente la depresión. Ahí está el problema”.

Hoy me doy cuenta que, sobre todo entre los jóvenes, hay una división entre dos campos: de un lado, hay personas razonables, sensibles, de izquierda tal vez, que son cautelosos, cuidadosos. Se encierran en su casa, olvidan lo que la vida fue y entran en una depresión de largo plazo”, señaló. “La otra parte de la población está compuesta por personas que consideran al virus como una conspiración comunista, que se preparan para actuar cada día más de manera fascista”.

El aumento de la virtualización en la sociedad toda es una de las principales características que trajo aparejada la pandemia. Sobre esta cuestión, Bifo explicó que “es un proceso que se está desarrollando desde hace 30 o 40 años, que también tiene aspectos muy positivos: naturalmente, sin virtualización no podríamos hablar en este momento, pero a nivel psico-social ha producido efectos de precarización afectiva, de aislamiento”. Sin embargo, agregó que “el peligro de la mediación comunicacional es esencialmente la sustitución de la relación carnal entre seres humanos con una relación virtual. Este proceso que se está desarrollando ha encontrado una condición extremadamente aceleradora en la pandemia. Ha sido una especie de salto, en una hiperdimensión de intervirtualidad”.

Más allá de sus preocupaciones inmediatas, el prolífico autor sostuvo que, a pesar de todo, hay motivos para ser optimistas: “Donde hay un extremo peligro hay una posibilidad de salvación. La pandemia ha producido una situación tan extrema de peligro que se puede imaginar que en un cierto punto renacerá un deseo de afectividad, de generosidad y de compartir”. Y continuó: “Quizás las personas salgan dándose cuenta del hecho de que la digitalización de la vida es un sinónimo de enfermedad. Quizás, en un cierto punto, el aislamiento y la comunicación virtual sean identificados inconscientemente con la enfermedad. Esta es la esperanza”.

En esta dirección, Bifo remarcó que lxs jóvenes son los que más están sufriendo este escenario de aislamiento: “Hay un peligro de verdadera sensibilización fóbica a los labios de los otros. En septiembre del año pasado, la jefa del sistema sanitario canadiense dijo una frase que me dolió muchísimo, que había que evitar los besos. Y en el caso de tener contactos sexuales, no había que olvidar de llevar la mascarilla sanitaria. Creo que dijo algo razonable, no me escandalizó: los labios se han vuelto un peligro, el peligro central. Pero todos sabemos muy bien que los labios son el sentido, el lugar del placer, donde el sentido se manifiesta en la forma de la palabra.”

Por último, le preguntamos  al filósofo nacido en Bolonia en 1949 que participó de las revueltas juveniles del ’68, que fuera amigo de Félix Guattari, frecuentara a Foucault y fundó revistas, radios y señales de TV comunitarias, acerca de su visión sobre el pensamiento crítico: “La crítica no es una facultad natural de la mente humana. Creo que estamos saliendo de la dimensión en que la voluntad, la racionalidad y la crítica eran la forma dominante del progreso humano. Estamos entrando en una dimensión en la que la aceleración comunicacional ha transformado la crítica en algo muy difícil”. Y concluyó: “Nuestro cerebro está enloquecido como efecto de esta sobre estimulación que hemos soportado en las últimas décadas. La humanidad necesita elaborar una nueva facultad para orientarse en el mundo. Yo la llamo sensibilidad, la capacidad de entender lo que no se puede decir con palabras. Es más veloz que la crítica: sólo la sensibilidad nos permite distinguir lo que hay de bueno y de malo en el discurso público, en la vida que vivimos en la sociedad. La crítica no volverá como forma dominante de la comunicación humana”.