Jugar es cosa seria

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Jugar es uno de los placeres de la vida. A qué jugabas y a qué jugas? Al ludo? Al estanciero, al Monopoly, al juego de la vida? Al truco o a la canasta? Al atari o al Minecraft?

Jugar es un derecho consagrado en la vida de los más chicos, y una práctica que los adultos no deberían dejar de lado. Porque, señoras y señores,  jugar es algo serio.  Jugar ayuda a conectarse con los demás y con uno mismo, permite establecer estrategias, ser cómplices, aliados, adversarios. Nos obliga a crear, a confiar, a correr riesgos, a ponernos en el lugar del otro.  Jugar es una característica de la especie humana, existen registros históricos que nos cuentan sobre los juegos en las más diversas culturas. Incluso es posible encontrar el mismo juego en diferentes culturas.

 Hasta fines del siglo XIX se los relacionó exclusivamente con el entretenimiento y la diversión, pero a partir de entonces, los estudiosos empezaron a intuir que a través de los juegos era posible aprender, desarrollar destrezas, habilidades, estrategias.

Hoy, en el mundo digital los videojuegos atraen el interés de millones de jugadores (llamados gamers) que describen pasión, creatividad, interacción. Pero también son el motor de un mercado incalculable que se mueve alrededor del mundo entero.

 Sorprende ver la fascinación de un bebe ante una pantalla. La observa, sonríe se desespera por tocarlas y manipularlas,. Esas primeras experiencias con el celu, la tablet, la netbook, incluso con la tele, son la puerta de acceso de los más chicos a la cultura del mundo digital. De allí al videojuego solo es cuestión de tiempo.

La cultura digital nos convoca cada vez más conectados, Se habla de cultura participativa, de comunidades en línea y lo cierto es que los videojuegos dinámicos y altamente interactivos, no encuentran todavía lugar en el aula.

Algunos los tildan de violentos, disruptivos, casi casi responsables de todos los males de este tiempo. Otros les tienen miedo. Es que son tan diferentes a la lógica escolar que parece difícil incorporarlos al aula y así se desaprovecha una potente herramienta educativa.

Los que se animan,  señalan que los videojuegos les permiten conocer el grado de alfabetización de los chicos, cuando buscan desentrañar las consignas para pasar de nivel y así seguir jugando, o que programar es meterse en el alma de la lógica matemática, solo por dar un par de ejemplos. Pueden aportar al estudio? Promover saberes significativos?.

Para entender esta cultura en la que estamos inmersos es necesario animarnos a conocer de qué se tratan estas prácticas que vienen desde hace siglos pero que hoy están renovadas por lo digital.

Los videojuegos, no son a priori buenos ni malos. Esa palabra puede ocultar una gran diversidad de propuestas de diferente calidad.

Niños, jóvenes y adultos se apasionan con los videojuegos pero se aburren soberanamente en clase. Por qué no darle una oportunidad a esta herramienta para llevar parte de esa pasión a la escuela, para estimular la creatividad, el conocimiento, para resolver conflictos?

Porque al final de cuentas, jugar es cosa seria.