Carina Kaplan, Doctora en Educación, y el psicoanalista Jorge Catelli estuvieron en Rayuela

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Carina Kaplan, Titular de la cátedra de Sociología de la Educación de la Universidad de Buenos Aires y Nacional de La Plata, y Jorge Catelli, psicólogo (UBA – APA – IPA), profesor e investigador de la UBA, fueron los invitados de Rayuela esta semana.

En diálogo con Silvia Bacher, abordaron un tema poco abordado en los medios pero de gran trascendencia social en el contexto actual, ¿qué sucede con las emociones y cuál el lugar de la escuela en la vida de lxs adolescentes en este tiempo de incertidumbre?

En el 2020, Kaplan, junto a Catelli y un equipo de investigación, elaboraron el estudio  “Emociones y escolarización en tiempos de pandemia, desde la perspectiva estudiantil”, en el que recuperaron voces y vivencias subjetivas de adolescentes durante la escuela no presencial.

“En noviembre del 2020 aplicamos una encuesta para 2200 estudiantes de sectores populares de la Provincia de Buenos Aires en la que intentamos indagar cuál fue su experiencia, vivencias y sentimientos que los han atravesado. Cómo se han comunicado, si entraron en contacto con la escuela”, explica Kaplan. “Nosotros ya veníamos documentando en las investigaciones que las emociones no pueden escindirse de las condiciones de la desigualdad. Hay que enmarcar las emociones en contextos culturales, históricos, situacionales”.

Desde un punto de vista psicoanalítico, Catelli indica que “fuimos encontrándonos con estudiantes con emociones y preocupaciones que abrían un arco muy significativo en relación con lo que es la experiencia humana. Nosotros lo llamamos la vivencia de pérdida: ese arco abarcaba desde la posibilidad de perder oportunidades académicas a expectativas subjetivas respecto del año escolar. La máxima expresión de la pérdida fue el temor a la enfermedad, a la propia muerte, a la de los seres queridos”.

A lo largo del programa, se emitieron mensajes de estudiantes adolescentes que reflexionaron acerca de la distancia con la escuela, el extrañamiento de lxs compañerxs y el uso de la tecnología.

¿Cuál es el rol de la escuela en este contexto tan particular? Kaplan da su punto de vista: “Nos conmovió profundamente que la escuela actuara como un refugio simbólico, es un territorio simbólico de esperanza, un lugar que ayuda a curar las heridas. Por eso, la presencialidad, y la escuela en todas sus formas, lo que necesita es tratar de tramitar el sufrimiento social de las y los estudiantes. El miedo al contagio y las muertes eran parte de las narrativas que encontramos cuando tomamos testimonio de estos jóvenes”.

Además, la Doctora en Educación, señala que “la escuela nunca se fue. Es un espacio de construcción de subjetividad; nos afirmamos en la escuela como seres sociales. Si hay algo que demostró esta pandemia, y nuestra encuesta, es que necesitamos imperiosamente de los demás”. En la misma línea, Catelli subraya que “al principio de la pandemia, se estigmatizó y se acusó a determinado grupo de ser el «portador de la peste». La primera impresión era que había que cuidarse del otro. En nuestro grupo trabajamos bastante esta idea de cómo pasar de cuidarse del otro a cuidarse con el otro”.

Respecto al público objetivo en el que se realizó la encuesta, Kaplan remarca que “en estos sectores populares, como la mayoría no tenía acceso a la tecnología y a la virtualidad, no había disponibilidad tecnológica y terminaban conectándose por Whatsapp. No sólo que la presencialidad física era muy difícil sino que además, en términos de virtualización, no tenían esa experiencia colectiva del Zoom, de las miradas, con todas las limitaciones que tiene la tecnología”.

En este sentido, Catelli agrega que “actualmente se han logrado nuevas vías de contacto, gracias a las tecnologías, pero de manera inequitativa. Hablamos de las adolescencias, en plural, justamente para poder contemplar las variedades y diversidades de adolescencias, en las que las diferencias económico-social marcan una separación entre los distintos actores sociales y en los adolescentes una inequidad que es muy notoria. Los sectores más vulnerables, con los que trabajamos, muestran en esta inequidad aún un sufrimiento mayor”.

Es central la idea de “varias adolescencias” a la que refiere Catelli ya que una de las cuestiones que pone en el tapete la pandemia, y la educación a distancia, es la desigualdad existente. Kaplan reafirma que “no es un problema de los pobres. Si algo ha puesto en evidencia la pandemia es que la desigualdad estructural, material, objetiva y simbólica que vivimos en nuestra sociedad hace que nos preguntemos en qué sociedad queremos vivir, qué educación estamos construyendo en el presente para un futuro en donde haya más justicia social. Una de las cuestiones de la conciencia de clase y de la concientización de la sensibilización por el otro se forma en la escuela. Por eso es tan importante poner en valor esta función que tiene la escuela de igualación, la promesa de igualdad a través de la esperanza que significa estar todos juntos en un aula”.

Catelli remarca que “hay que rescatar que el sostén de los estudiantes, aun en el aislamiento de 2020, han sido sus docentes y la escuela. Lo que era la jornada escolar ahora habría que renombrarla y hablar de “la experiencia escolar”, en la que el docente, preceptor, el otro que encarna para los adolescentes a la escuela, siguió estando por distintas vías. La escuela, con enormes dificultades, siguió abierta aún sin la presencialidad”.

Por último, Kaplan se refirió a la responsabilidad que tienen, y que deberían asumir, los medios en este contexto complejo: «Hay que hacer un llamado a la solidaridad y pensar que hay que hablarle a una ciudadanía que necesita cuidarse y que necesita ser cuidada. También hay que tener cuidado con las palabras que se usan, estamos en emergencia sanitaria»